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Escena inédita y eliminada de "Cuando no se olvida"

El comandante del avión anunció que en menos de cinco minutos iban a aterrizar en el aeropuerto Logan de Boston. Tim guardó el periódico que había estado leyendo y giró la cabeza hacia la mujer que estaba dormida en el asiento de al lado. Susan tenía la cabeza recostada en su hombro y las manos en el regazo, encima de la chaqueta, instintivamente, Tim desvió la mirada hasta el anillo que brillaba rotundo en la mano derecha. 
Un anillo de compromiso.
Le dio un vuelco el estómago y se dijo que se debía a la maniobra de acercamiento que estaba realizando el piloto del avión. Nada más. Él y Susana tenían sentido, llevaban varios meses juntos y su relación era sencillamente perfecta. Era perfectamente lógico y natural que se casasen. Tim había volado el viernes por la noche a Nueva York, donde Susan había estado trabajando toda la semana, para pasar con ella el fin de semana y volver juntos a Boston el lunes por la tarde. Cuando el viernes llegó al aeropuerto Kennedy ella no pudo ir a buscarlo porque estaba entrevistando a un político importante (el canal de televisión en le que trabajaba Susana estaba preparando un especial sobre las elecciones a la alcaldía de la ciudad de Nueva York) y Tim cogió un taxi hasta el lujoso hotel donde se hospedaban. Dado que Susan no iba a terminar hasta más tarde, salió a pasear por la quinta avenida; siempre le había gustado el anonimato del que disfrutaba por esas calles. No era que allí no le reconocieran, ser el quarterback de los Patriots le había otorgado notoriedad nacional, era que a los neoyorquinos no les importaba verlo; estaban acostumbrados a cruzarse a diario con toda clase de famosos. Antes de abandonar Boston no había pensado que iba a pedirle a Susan que se casase con él, en realidad, no lo había pensando nunca. Pero cuando pasó por delante de Tiffany’s entró como si llevase meses planeándolo y aquel fuese su destino. Eligió un anillo precioso, un diamante elegante y sofisticado que encajaba a la perfección con el estilo sobrio y profesional de Susana. 
Le había pedido a Susan que se casase con él y ella había aceptado. Celebrarían la boda en Boston dentro de unos meses y a ella asistirían sus familias, sus amigos, importantes miembros de la cadena de televisión donde trabajaba Susan, el equipo de los Patriots, y los políticos más relevantes del país.
<<Qué distinta de mi otra boda.>>
Sacudió la cabeza y se obligó a alejar aquel pensamiento de su mente. No iba a pensar en eso. No iba a pensar en ella. Jamás. Si empezaba, no podría parar. Bastante tenía con no haberla olvidado –aunque la gran mayoría de días se lo negaba incluso a sí mismo- y con tenerla metida en una parte imposible de arrancar de su alma. No iba a darle más poder.
Susan, gracias a Dios, abrió los ojos en ese instante.
-Hola –le dijo con la voz soñolienta-. ¿Ya hemos llegado?
-Estamos a punto de aterrizar.
El ruido del tren de aterrizaje desplegándose interrumpió la conversación y Tim aprovechó para recomponerse y sacudirse de encima aquella extraña y nada bien recibida añoranza que le había asaltado. Habían pasado muchos años desde esa primera boda, una boda que no tenía nada que ver con la que iba a tener ahora, excepto él y Mac, su mejor amigo. Mac sería el único que habría asistido a las dos porque aunque Susan y su amigo no podían soportarse, Mac iba a asistir a esta boda sí o sí. Tim se negaba a casarse con otro padrino que no fuese Kev MacMurray. 
El avión aterrizó y tras abandonarlo y recoger el equipaje Tim y Susan se dirigieron al parking en busca del vehículo que él había dejado allí estacionado el viernes. Mientras Tim conducía de regreso a la ciudad decidieron que esa noche iban a dormir separados, cada uno en su propio apartamento, pues ambos tenían cosas que hacer. Ninguno de los dos se enfadó por la decisión, era la más razonable y no tenían que dormir juntos todas las noches. Su relación no se basaba en eso. Después de la boda tal vez buscarían una casa, aunque lo más probable sería que se mudasen al apartamento de Tim; era el más espacioso de los dos.
Después de dejar a Susan en su casa y de ayudarla a subir el equipaje, Tim se despidió de ella con un beso y volvió al vehículo. Estaba demasiado alterado y nervioso para ir a casa, así que en un gesto casi automático buscó el móvil y llamó a Mac.
-¿Ya has vuelto? –le contestó su amigo de inmediato.
-Sí, acabo de dejar a Susan en su casa y pensado que podríamos salir a tomar algo.
-Me encantaría, pero esta mañana, en el entrenamiento que te has saltado –añadió sarcástico-, Quin me ha envestido como si fuese un búfalo en medio de una estampida. 
-Te estás haciendo viejo, Mac –se rio Tim.
-Y qué lo digas. ¿Por qué no vienes a casa? Tengo un whisky excelente y prometo servírtelo en un vaso limpio, señor futuro gobernador. 
-Eso todavía no está decidido.
-Ya veremos-. Mac colgó dando por hecho que Tim se dirigía hacia allí.
MacMurray vivía en una cabaña en medio del bosque. En un principio cualquiera que se fijase solo en la imagen pública de Huracán Mac, el capitán de los Patriots, diría que dicha residencia no encajaba con él. Pero Tim le conocía desde los diez años y sabía que era el lugar perfecto para que viviera su mejor amigo, y a él le encantaba visitarlo allí. 
Aparcó el vehículo en la entrada y en cuanto salió de él vio aparecer a Mac frente a la puerta de madera de la cabaña. Había oído el motor del coche y había ido a recibir a su amigo.
-Tienes un aspecto horrible –le dijo Tim a Mac al ver el moratón que tenía en el ojo derecho fruto de su colisión con Quin.
-Gracias. ¿Quieres que te eche de casa antes de entrar?
Tim se rio. 
-No sabía que fueras tan vanidoso –le dijo cuando controló la risa.
-Pasa antes de que me arrepienta. 
Tim entró y le dio una palmada en la espalda a ese hombre que era en realidad más un hermano que un amigo. Había habido una época en la que Tim había tenido las dos cosas, un hermano y un mejor amigo, pero Max, su hermano, había muerto y ahora solo le quedaba MacMurray. 
Mac le preguntó por Nueva York mientras le servía el whisky que le había prometido y Tim intentó contestarle, pero de repente, como si no hubiese podido pasar ni un segundo más conteniéndolo, soltó:
-Le he pedido a Susan que se case conmigo.
Mac, que estaba dándole la espalda, se detuvo a mitad del movimiento que estaba haciendo y se quedó petrificado.
-¿Y qué ha dicho ella?
-Que sí, ha aceptado. 
Mac soltó el aliento, Tim lo supo porque vio que los hombros de su amigo perdían parte de tensión, y se dio media vuelta.
-¿Acaso te has vuelto loco? –la pregunta de Mac dejó completamente confuso a Tim-. No estás enamorado de Susan Lobato.
-Por supuesto que lo estoy –se defendió Tim negando, igual que había hecho en el avión, el nudo que se le formó en el estómago.
-Y una mierda, tú no estás enamorado de esa mujer tan fría y estirada. 
-No hace falta que te pongas así, Mac. Sé que Susan nunca ha sido santo de tu devoción, pero no es necesario que la insultes. 
-No la he insultado –levantó una mano al ver que su amigo iba a contradecirle-, pero aunque lo haya hecho eso no cambia que no estás enamorado de ella. 
-¡Sí que lo estoy!
-No, no lo estás –repitió Mac sacudiendo la cabeza-. Joder, Tim, te vi con Amanda, ¿recuerdas? 
-No quiero hablar de eso.
Mac caminó hasta donde estaba Tim y le entregó el vaso de whisky. Algo en su interior le dijo que su amigo lo necesitaba y los dos se terminaron sendas copas en cuestión de segundos. 
-Llevas años fingiendo que Amanda no existió Tim. Pero existió y la quisiste con locura. 
-He dicho que no quiero hablar de eso. 
Mac le cogió el vaso vacío y se dirigió de regreso al mueble donde guardaba esa botella de tan buen whisky.
-Dime una cosa- le dijo Mac como si nada, a pesar de que Tim se puso instintivamente a la defensiva-. Le pediste a Susan que se casase contigo cuándo, ¿ayer, el sábado, el viernes?
-El viernes –contestó Tim enarcando una ceja.
-Y hoy, lunes, llegáis a Boston y ella está en su casa y tú te irás a la tuya, ¿me equivoco?
-No, no te equivocas.
Mac se dio de nuevo media vuelta con los dos vasos llenos de whisky y le dio el suyo a Tim. 
-Cuando estabas con Amanda removiste el mismísimo infierno para casarte con ella. Te peleaste con tu familia, le plantaste cara a tus padres, y te fuiste a vivir con ella porque eras incapaz de pasar una noche sin ella. Me lo dijiste, Tim. Me cogiste un día y me dijiste que te morirías sin ella. Y no me digas que no recuerdas qué pasó cuando Amanda se fue…
-¡Cállate! –Tim dejó el vaso encima de la mesa que tenía al lado con tanta fuerza que derramó el líquido por los bordes-. Cállate, Mac. Solo he venido aquí para pedirte que fueras mi padrino, pero está visto que no eres el indicado, así que se lo pediré a Quin, o a cualquier otro.
-No digas estupideces, por supuesto que seré tu padrino, Tim –dijo el otro hombre furioso-. Pero como tu mejor amigo creo que es mi deber decirte que creo que estás cometiendo un error. Un grave error.
-¿Y cómo lo sabes? Tú jamás te has enamorado-. Apareció un brillo extraño en los ojos de Mac, pero Tim siguió adelante-. Tal vez el error fue Amanda, tal vez Susan es la mujer con la que tengo que pasar el resto de mi vida.
-Tal vez –reconoció Mac, y Tim soltó el aliento. Fue un error, pues su amigo añadió-: Pero si es así, ¿por qué no estás con ella ahora? ¿Por qué no quieres que el resto de tu vida empiece ya?
Tim bajó la vista, cogió el vaso y se bebió el whisky que había logrado permanecer dentro. Carraspeó al terminarlo y tras dejar la mirada completamente hueca de cualquier emoción, se enfrentó a su amigo.
-La boda será dentro de unos meses, espero que para entonces tú y Susan os llevéis mejor que ahora. ¿Puedo contar contigo, Mac?
Mac también vació su copa, el líquido le rascó por la garganta pero se obligó a dirigirlo hacia el estómago.
-Por supuesto que puedes contar conmigo, Tim.
Los dos hombres se despidieron con palmadas en los hombros. Esa noche, Tim se dijo que su extraña e inusual discusión con Mac se debía al cansancio del fin de semana y al avión. Por su parte, Mac la justificó diciendo que la embestida de Quin le había sacudido demasiado el cerebro.
Esa noche, Tim se maldijo por soñar con Amanda.
Esa noche, Mac se maldijo por soñar con Susana (en sus sueños la llamaba así).
A la mañana siguiente los dos se engañaron diciendo que no habían soñado.

Agradecimientos a Anna Casanovas.

18 comentarios

  1. Me encanta la escena, y como aún no he leido el libro me pregunto porque estará eliminada...mmmm Me encantan Mac y Tim. A ver cuando me pongo con la lectura.
    Gracias a ti y a Anna por la escena.
    Loviu ratonina rusa.

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  2. Guau me a gustado mucho!!!! a ver si lo consigo !! gracias Ele!!!

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  3. Uo genial!! me encanta la autora espero pronto leer el libro!

    Besos

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  4. *____* He adorado la escena, y me ha dado gana de leerme el libro

    Un beso^^

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  5. No he leído el libro pero la escena es genial!!! Un beso

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  6. Hola guapísima!!

    No he leído aun nada de esta autora, pero me gustaría hacerlo en un futuro =)

    Gracias por compartir la escena =)

    Muchos besitos!! =)

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  7. Hola!!!!
    Terminé el libro hace nada y me habría encantado encontrarme con esta escena, no entiendo que la borraran oye Muchas gracias por darnos la oportunidad de leerla.

    Un besazo**

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  8. Que escena tan bonita!!!
    Vaya con el par.... mira que se engañan a sí mismos..

    Un beso

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  9. No he leído el libro pero la escena me ha gustado mucho. Que privilegio poder publicarla en el blog guapa :) A ver si pronto leo algo de la autora, que le tengo muchas ganas!

    Un beso

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  10. Hola ;)
    Nunca he leído nada de esta autora y esta escena te deja con ganas de leer más, gracias por compartirla.

    Un besito :3

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  11. Hermosa escena. Amo estos dos libros de Anna... gracias por compartir esto... ;)

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  12. Me encantóoooooo..........por qué la eliminaste??????

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  13. Hola!!
    Me ha encantado, me llama mucho!!
    Y la portada es preciosa ;)

    Un besazo!

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  14. Hola guapa!
    Me ha gustado mucho la escena, me apunto el libro.
    Un besito ^^

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  15. Hola guapa :) No conozco el libro, pero la escena está interesante :3 Me lo apunto y esperaré a ver más reseñas a ver si me animo ^^ Un besin!!!

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  16. Guauuuu!!! Vaya escena no he leído el libro aún (no el primero) pero como ya me lo habías recomdado espero que caigan pronto.
    Besos preciosa <3

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  17. Yo he leído los dos y gracias por no incluirla... destriparia la trama de ambos. Me encantas Anna, he leído todo lo que he encontrado tuyo. Besos

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